Lo que sucedió recientemente en el partido entre Atlas-Querétaro, en el estadio Corregidora, me estremeció el alma. Hoy no quiero hablarles desde la voz de la psicología, sino desde mi propia voz, como ciudadana.
Sé que vivimos tiempos de mucha violencia, muertes diarias por homicidio, feminicidio, miles de personas desaparecidas, secuestros, robos, extorsiones, maltrato infantil, violencia de género y recientemente la guerra entre Rusia y Ucrania, etc; pero lo que pasó el pasado fin de semana en verdad me dejó perpleja.
Me hizo cuestionarme, ¿en qué momento una actividad recreativa y familiar puede convertirse en una tragedia? ¿cómo una ideología, una creencia puede cegar tanto a alguien para llegar a asesinar a otro ser humano? ¿porqué una persona puede tener tanto odio en su corazón? ¿cuántas heridas tendrán están personas que cometen estos actos delictivos? ¿en qué momentos dejamos de reconocer al otro como alguien igual a mí? ¿qué efectos tendrá tanta violencia en nuestras futuras generaciones? ¿qué más nos falta por ver para empezar a tomar conciencia? ¿qué me toca a mí? ¿qué está en mis manos? ¿Cómo puedo contribuir para transformar esta realidad?
Al final, más allá de los comentarios o críticas que podamos hacer por estos hechos u otras situaciones similares, creo que nos toca voltear la mirada hacia nosotr@s mism@s y revisar lo que sí está a nuestro alcance, cómo no caer en la indiferencia y la apatía, cómo ir fomentando el respeto y la tolerancia a quien es o piensa diferente.
Y es que muchas veces nos quejamos de lo que está mal a nuestro alrededor, de tanta violencia e inseguridad, nos sentimos libres de culpa y acusamos a otros de ser los “malos” del cuento; sin embargo, lo ocurrido en el partido de futbol es sólo la punta del iceberg, de una cultura que normaliza la violencia en sus prácticas cotidianas, así que seguir dividiéndonos entre buenos y malos no resuelve mucho.
Les invito a que hagamos una revisión personal para identificar esas actitudes o conductas violentas que yo reproduzco hacia mi mism@ o en mis relaciones laborarles, familiares o sociales y qué puedo hacer para cambiarlas; tomar conciencia de la propia violencia es un primer paso pero no basta, podemos empezar a implementar acciones pequeñas basadas en el respeto, la solidaridad y la tolerancia, porque construir una cultura de Paz es algo que nos corresponde a tod@s.
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